La heroína Zuliana nace en Puertos de Altagracia, hija de Don Domingo Campos y Doña Ana Maria Cubillán. Es decidida por la Independencia desde pequeña. Durante los años de su infancia y de su adolescencia vive junto a los suyos los días y las noches ardidas de heroísmo, radiantes, generosos plenos de sangre y de lágrimas que parecían no agotarse jamás. La casa de Ana Maria Campos es el puerto de salvación, el asilo seguro para reuniones patrióticas; allí, entre sus cuartos estrechos se reúnen para organizar la resistencia, para buscar prosélitos a la libertad. La muchacha gentil, en plena floración de su juventud, valiente, generosa, se ofrece en su ayuda: ella también es venezolana. Y se da una y otra vez en la obra generosa de ayuda, colaborando en la organización de los patriotas, dejando oír su voz en las reuniones clandestinas, ¿por qué no? No era ella una venezolana? ¡Que importa que sea mujer!
Y fue en una de estas reuniones clandestinas que dejó escapar de sus labios la frase inmortal que debía llevarla al martirio: “si Morales no capitula, monda“. El capitán Francisco Tomás Morales, Gobierna en Maracaibo y persigue a los patriotas con ensañamiento. Conducida prisionera ante el mismo Morales no se desanima Ana Maria ¿había medido ella la gravedad de su situación cuando ocurrió las calles que la separaban de su casa a la del tirano? En su propia presencia explicó las razones que la inducían a creer que si no capitulaba, estaba perdido. Conocedora, por haber compartido ampliamente, del frenesí patriota del amor de su pueblo por la libertad, de su espíritu de sacrificio, no concebía Ana Maria que una vez libertada la patria en su casi totalidad del yugo español, pudiera este hombre cruel y sanguinario arrebatar la gloria a los suyos. Morales, en un gesto de soberbia, sintiéndose humillado por aquella tierna mujercita, ordena que sea vapuleada públicamente, montada en un asno y paseada desnudada por las calle de la ciudad. Y así aparece ante la historia esta zuliana Ana Maria Campos: montada sobre un asno, paseada a lo largo de las calles sintiendo sus carnes rasgarse al golpe del látigo infame.
Fue el negro africano Valentín Aguirre el encargado de descargar con toda su fuerza brutal la mano armada del látigo sobre las carnes de la joven patriota. Ana Maria sintió correr su sangre sin exhalar un gemido, concentrado su voluntad y sus anhelos en la repetición de la tremenda disyuntiva. “Si no capitula, monda”. La risa asquerosa del chacal satisfecho, asiste a la escena. “Si no capitula, monda”. “Si no capitula, monda”…. La frase es repetida hasta la saciedad. A cada latigazo del verdugo sobre sus carnes mayugadas salen de los labios sedientos y amargos: “Si no capitula monda”…No seria extremado asegurar que en los oídos del tirano resonaron esas palabras hasta en sus horas de soledad y de silencio. Creyó Morales, como lo creen todos los tiranos. Que las ideas se matan con el látigo y con las torturas, que quebrantando el cuerpo, las ideas mueren. Y lo que logró fue dar a la Patria venezolana una heroína al poner a prueba una voluntad decidida. Hacer brillar con más alteza la causa de la Libertada y de la Justicia. Parecía que nadie se hubiese dado cuenta del gesto heroico de la muchacha patriota. Las madres aterrorizadas desconocían la razón por la cual las obligaron un día presenciar el espectáculo de una joven arrastrada al suplicio, ignorando la entereza de su gesto. Parecía que todo quedaría en silencio, que nadie sería capaz de recoger su nombre para incluirlo entre los nombres de los héroes de la libertad. Pero el pueblo zuliano había guardado en su noble corazón la imagen de la muchacha torturada y humillada. Para luego exhibirla como un ejemplo de fe y de decisión en las futuras generaciones. Ana Maria Campos está allí en su pedestal que el mismo pueblo le construyó con su sangre generosa: está en sus corazones hoy como ayer, sirviendo de faro luminoso a todas las mujeres y a todas las juventudes que aman la libertad sin claudicaciones, como la amó esta hermosa heroína zuliana. Allí ha quedado esta flor inmaculada, hermosa, virginal, radiante, generosa: Ana Maria Campos está en el Corazón de todos los venezolanos, de todos los hombres y mujeres que aman la libertad y la justicia, sin claudicaciones, como el más hermoso símbolo de la lucha femenina por estos mismos ideales.
Tomado de : Heroínas Venezolanas
Edición de la Imprenta Nacional
Caracas, Junio de 1961
viernes, 14 de octubre de 2011
ANA MARÍA CAMPOS
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Excelente este blog, lo felicito, me podría decir por favor donde está ubicada la estatua de la Princesa Zulia, gracias.
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